jueves, 10 de marzo de 2011

La escogida de la que la dio a luz.

¡Qué hermosa eres, ¡Oh, si ella me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino. A más del olor de tus suaves ungüentos, Tu nombre es como ungüento derramado; Nos acordaremos de tus amores más que del vino; Con razón te aman. Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma, Dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía, Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres, Ve, sigue las huellas del rebaño, Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, Tu cuello entre los collares. Zarcillos de oro te haremos, Tachonados de plata. He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; He aquí eres bella; tus ojos son como palomas Como el lirio entre los espinos, Así es mi amiga entre las doncellas Bajo la sombra del deseado me senté, Y su fruto fue dulce a mi paladar. Me llevó a la casa del banquete, Y su bandera sobre mí fue amor. El tiempo de la canción ha venido, Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven. Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; Lo busqué, y no lo hallé. Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad; Por las calles y por las plazas Buscaré al que ama mi alma; Lo busqué, y no lo hallé. He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí que tú eres hermosa Tus labios como hilo de grana, Y tu habla hermosa; Tus mejillas, como cachos de granada detrás de tu velo. Tu cuello, como la torre de David, edificada para armería; Mil escudos están colgados en ella, Todos escudos de valientes. Tus dos pechos, como gemelos de gacela, Que se apacientan entre lirios. Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, Porque mi cabeza está llena de rocío, Mis cabellos de las gotas de la noche. La escogida de la que la dio a luz. ¡Qué hermosa eres, y cuán suave, Oh amor deleitoso! Tu estatura es semejante a la palmera, Y tus pechos a los racimos. Yo dije: Subiré a la palmera, Asiré sus ramas. Deja que tus pechos sean como racimos de vid, Y el olor de tu boca como de manzanas, Y tu paladar como el buen vino, Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; Porque fuerte es como la muerte el amor; Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogarán los ríos.

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